Vómito, jadeos, agua.
Se mira al espejo y se encuentra una cara desencajada. Una visión borrosa de quien pudo o no pudo ser esta noche. De quien no sabe si fue, es o será. Un hombre extraño que le mira desde el cristal del espejo, con ojos vidriosos y la boca pastosa. Despeinado, desaliñado, ojeroso. El alcohol no es tu amigo, aunque lo parezca.
Vómito, jadeos, agua.
Mira al fondo del váter ahora, incapaz de levantarse por segunda vez. Los pantalones, por los tobillos. Y sus rodillas huesudas apoyadas contra las baldosas. La cabeza vagamente apoyada contra sus brazos, que se aferran desesperadamente a la taza del inodoro. El efluvio de sus propios vómitos le da de golpe en la cara, pero tiene tan poca energía que no puede ni apartarla.
Vómito, jadeos, agua.
Se logra levantar y lavarse la cara. La visión sigue borrosa y el hombre del espejo es el mismo, pero ahora parece un poco, y solamente un poco, más sano. Más vivo. Su rostro sigue cetrino y sus ojos vidriosos, pero ya no parece ir a caer a cada segundo que pasa en pie. Solo queda de eso un balanceo leve, atontado, como cuando un niño se queda ensimismado mirando al cielo.
Vómito, jadeos, agua.
Rayos, otra vez. Este le ha pillado por sorpresa. Se lava bien la cara y se mira una última vez. Parece que ya es capaz de enfocar su mirada. Capaz de ver con un mínimo de nitidez. Un dolor palpitante en la parte trasera de su cabeza le recuerda al bar, a esa chica. A las copas y la música estridente. Y con paso inseguro se dirige por el pasillo. A la cama.
No sabe si ha apagado la luz. Ni si ha cerrado la puerta. Igual las llaves han quedado colgadas por fuera, a la vista de todo vecino o ladrón que quiera dignarse a entrar a por sus escasas posesiones. Pero no importa, los pobres son generosos. Generosos con ricos y ladrones. Y con ladronas de corazones, claro.
¿Qué habrá sido de aquella chica del bar? Dijo que vivía por allí cerca. Pero ni idea, él desapareció sin siquiera decirle adiós. ¿Y qué más daba? Al fin y al cabo, lo importante es divertirse. Y él ha tenido una noche de lo más divertida. Las náuseas son la prueba.
Cierra los ojos y se convulsiona en un intento de última vomitona. Sálvese quien pueda, piensan los jugos de su estómago. A duras penas los mantiene en su sitio y logra apoyar su cabeza sudorosa y su cara mojada sobre la almohada.
Mañana será domingo.
"La literatura no puede reflejar todo lo negro de la vida. La razón principal es que la literatura escoge y la vida no" - Pío Baroja
El dolor es la liberación de una mente atada a la realidad. Sólo a través del dolor podemos encontrar el camino a la nada, al punto cero. A olvidar todo lo que nos ata. Y volver a empezar.
domingo, 27 de diciembre de 2015
jueves, 10 de diciembre de 2015
Escribe
Son los dedos torcidos, las uñas amarillas, el pelo deshecho y la cama sucia los signos de su vida. Son la muestra de su caída en la desgracia, de su abandono y su descuido. Son el botón de su apatía.
Rueda y se cae, infinitas veces, en los pozos vacíos de su mente. Una mente explotada hasta la saciedad, hasta la ignorancia, que en su tiempo pudo ser hermosa, y ahora no deja de ser un juguete roto. Una amalgama de engranajes oxidados que quisieran girar. Pero que esperan estáticos al día en que todo acabe, en que no se les reclame más.
Y abre los ojos y escribe, cubierto por el humo de sus cigarrillos y el olor de su alcohol. Escribe aporreando el teclado en una rabieta infantil y superflua. En una queja eterna sobre problemas que no importan a nadie.
Y lo hace porque es lo único que le queda.
Rueda y se cae, infinitas veces, en los pozos vacíos de su mente. Una mente explotada hasta la saciedad, hasta la ignorancia, que en su tiempo pudo ser hermosa, y ahora no deja de ser un juguete roto. Una amalgama de engranajes oxidados que quisieran girar. Pero que esperan estáticos al día en que todo acabe, en que no se les reclame más.
Y abre los ojos y escribe, cubierto por el humo de sus cigarrillos y el olor de su alcohol. Escribe aporreando el teclado en una rabieta infantil y superflua. En una queja eterna sobre problemas que no importan a nadie.
Y lo hace porque es lo único que le queda.
martes, 8 de diciembre de 2015
Gruñe y grita
Gruñe y grita. Con todo el aire de su interior, en un alarido de alcohol. Sus pulmones se vuelven ceniza, y sus cenizas explotan en un Amanecer Dorado.
Chilla y miente, y llora y pierde. Y con cada soplo pierde una pieza de su alma. Una pieza de cuanto es.
Y vuelve a nacer, cada vez más pobre, más vacío. Cada vez más sinsentido y perdido en un mundo que lo rechazó. Que rehuyó sus miradas y obvió su existencia. Chilla y miente y gruñe y grita y vuelve a nacer sin quererlo, sin ganas de haber nacido ni haber vivido.
Y con cada aliento pierde su corazón, baldío recipiente de sentimientos que una vez fueron buenos y ahora, cegados y perdidos, se golpean en forma de rabia y odio, escupiendo cada mañana un poco más de humanidad.
Chilla y miente, y llora y pierde. Y con cada soplo pierde una pieza de su alma. Una pieza de cuanto es.
Y vuelve a nacer, cada vez más pobre, más vacío. Cada vez más sinsentido y perdido en un mundo que lo rechazó. Que rehuyó sus miradas y obvió su existencia. Chilla y miente y gruñe y grita y vuelve a nacer sin quererlo, sin ganas de haber nacido ni haber vivido.
Y con cada aliento pierde su corazón, baldío recipiente de sentimientos que una vez fueron buenos y ahora, cegados y perdidos, se golpean en forma de rabia y odio, escupiendo cada mañana un poco más de humanidad.
lunes, 7 de diciembre de 2015
Down the river side
Tonight I'll wander down the river side,
settle down, and drink for a while.
Tonight I'll drown this pain inside,
swallowin' a bottle of good wine.
And I'll watch the river flow away,
water leave and mem'ry stay.
And I'll drink and swallow all the pain,
crying with reminders of good days.
I'll sing a song about her eyes.
I'll cry as a wolf howls to the skies.
Tonight I'll wander down the lane,
by the railroad track and the river side.
And as the bottle warms my heart,
I'll drown my tears and tear apart.
And I'll try to swim to the other side,
sinking in the river's gentle tide.
And I'll drift away and close my eyes,
drowning all my mem'ries down the line.
I'll sing a song about her eyes.
I'll cry as a wolf howls to the skies.
settle down, and drink for a while.
Tonight I'll drown this pain inside,
swallowin' a bottle of good wine.
And I'll watch the river flow away,
water leave and mem'ry stay.
And I'll drink and swallow all the pain,
crying with reminders of good days.
I'll sing a song about her eyes.
I'll cry as a wolf howls to the skies.
Tonight I'll wander down the lane,
by the railroad track and the river side.
And as the bottle warms my heart,
I'll drown my tears and tear apart.
And I'll try to swim to the other side,
sinking in the river's gentle tide.
And I'll drift away and close my eyes,
drowning all my mem'ries down the line.
I'll sing a song about her eyes.
I'll cry as a wolf howls to the skies.
lunes, 23 de noviembre de 2015
Liberal liberal, sin ira liberal
Yo Soy Liberal. Trending Topic en España.
Es bastante creciente para mí la sensación de que lo que se considera bueno a nivel político y económico funciona por modas. El liberalismo económico era una especie de espía en las sombras del que nadie había oído hablar. Hasta que, de un tiempo a esta parte, supongo que propiciado por la crisis económica mundial, alguien tiró de la manta.
Y qué cosas se encontraron allí debajo, amigos. Argumentos a favor del liberalismo que se basan en la compasión, la empatía y el deseo altruista y de buen hacer inherentes al ser humano. Perdón, ¿inherentes? Quería decir inexistentes. Seamos sinceros: hay buenas personas. Hay seres humanos altruistas... pero, pensándolo bien, ¿es creíble que en un Estado sin impuestos, sin obligación de proyecto común, vayamos a buscar ayudar a quien lo necesite por nuestra hermosa alma?
Otros argumentos pasan por el hecho de que, al parecer, si en un Estado liberal no estás contento con tu trabajo, buscas otro. Es un punto interesante, que quizá hasta tendría lógica... de no vivir en una economía globalizada, donde pagar un sueldo digno en un país del primer mundo sin regulación estatal para el empleo es tan de esperar como que Snoopy deje de soñar que es el Barón Rojo. Si nos ponemos en la situación de quien maneja dinero y empleos, ¿habrá mucha gente que decida dar un empleo digno y con un sueldo decente a un trabajador, pudiendo gastar menos en la mano de obra? Al fin y al cabo, siempre habrá gente para cobrar. El escenario que yo veo más plausible, a nivel de empleo, es que el cincuenta por ciento de la población acabe fabricando los productos que use el otro cincuenta por ciento. O quizá el porcentaje esté en un ochenta-veinte, eso ya no lo sé.
Ha habido muchas obras de ficción sobre el liberalismo. Utopías aparantes, distopías o simples comentarios, siendo el más recente y el primero que viene a la cabeza el videojuego Bioshock. Y, en ese juego, el argumento de fondo me hace preguntarme: en un entorno liberal, en el que cada trabajador tenga derecho al sudor de su frente, cada empresario a manejar su empresa como le viene en gana... ¿quién asegura que no se desarrollen prácticas abusivas y moralmente ambiguas como el contrabandismo, esclavismo, crecimiento de los contratos basura, etc.?
El liberalismo es libertad. Sí, lo es. Pero, honestamente, y aún llevándole la contraria a Ben Franklin, hay una vocecilla en mi cabeza que me susurra que quizá no sea tan buena idea olvidar la seguridad en pro de la libertad de una especie que lleva miles de años abusando de sí misma.
Pero si lo preferís, anarquía económica para todos. Al fin y al cabo, morir nos vamos a morir igual, siendo comunistas, liberales, anarquistas o lo que nos de la gana.
Es bastante creciente para mí la sensación de que lo que se considera bueno a nivel político y económico funciona por modas. El liberalismo económico era una especie de espía en las sombras del que nadie había oído hablar. Hasta que, de un tiempo a esta parte, supongo que propiciado por la crisis económica mundial, alguien tiró de la manta.
Y qué cosas se encontraron allí debajo, amigos. Argumentos a favor del liberalismo que se basan en la compasión, la empatía y el deseo altruista y de buen hacer inherentes al ser humano. Perdón, ¿inherentes? Quería decir inexistentes. Seamos sinceros: hay buenas personas. Hay seres humanos altruistas... pero, pensándolo bien, ¿es creíble que en un Estado sin impuestos, sin obligación de proyecto común, vayamos a buscar ayudar a quien lo necesite por nuestra hermosa alma?
Otros argumentos pasan por el hecho de que, al parecer, si en un Estado liberal no estás contento con tu trabajo, buscas otro. Es un punto interesante, que quizá hasta tendría lógica... de no vivir en una economía globalizada, donde pagar un sueldo digno en un país del primer mundo sin regulación estatal para el empleo es tan de esperar como que Snoopy deje de soñar que es el Barón Rojo. Si nos ponemos en la situación de quien maneja dinero y empleos, ¿habrá mucha gente que decida dar un empleo digno y con un sueldo decente a un trabajador, pudiendo gastar menos en la mano de obra? Al fin y al cabo, siempre habrá gente para cobrar. El escenario que yo veo más plausible, a nivel de empleo, es que el cincuenta por ciento de la población acabe fabricando los productos que use el otro cincuenta por ciento. O quizá el porcentaje esté en un ochenta-veinte, eso ya no lo sé.
Ha habido muchas obras de ficción sobre el liberalismo. Utopías aparantes, distopías o simples comentarios, siendo el más recente y el primero que viene a la cabeza el videojuego Bioshock. Y, en ese juego, el argumento de fondo me hace preguntarme: en un entorno liberal, en el que cada trabajador tenga derecho al sudor de su frente, cada empresario a manejar su empresa como le viene en gana... ¿quién asegura que no se desarrollen prácticas abusivas y moralmente ambiguas como el contrabandismo, esclavismo, crecimiento de los contratos basura, etc.?
El liberalismo es libertad. Sí, lo es. Pero, honestamente, y aún llevándole la contraria a Ben Franklin, hay una vocecilla en mi cabeza que me susurra que quizá no sea tan buena idea olvidar la seguridad en pro de la libertad de una especie que lleva miles de años abusando de sí misma.
Pero si lo preferís, anarquía económica para todos. Al fin y al cabo, morir nos vamos a morir igual, siendo comunistas, liberales, anarquistas o lo que nos de la gana.
martes, 17 de noviembre de 2015
Vida, desvelo y sueño
¿Eres real, o solo un sueño?
Devaneo de un corazón marchito y perdido,
de sentimientos proscrito, desvanecido.
¿Eres pesadilla o sueño?
Derrites a sonrisas almas frías,
a miradas tuyas mueren rabia y dolor.
Quemas en entrañas de mentes limpias,
caminas dejando rastros de vida y amor.
¿Eres vida o sueño?
O quizá la nada entre los dos.
Quizá la llamada al viejo pudor.
Eres vida, desvelo y sueño.
Devaneo de un corazón marchito y perdido,
de sentimientos proscrito, desvanecido.
¿Eres pesadilla o sueño?
Derrites a sonrisas almas frías,
a miradas tuyas mueren rabia y dolor.
Quemas en entrañas de mentes limpias,
caminas dejando rastros de vida y amor.
¿Eres vida o sueño?
O quizá la nada entre los dos.
Quizá la llamada al viejo pudor.
Eres vida, desvelo y sueño.
sábado, 7 de noviembre de 2015
Son of a broken home
He lives among two broken homes.
Everything has come and gone by the time he comes along.
Be it good or be it bad, every day keeps being sad.
For time and time again he curls and cries in pain.
Son of a broken home, to be always alone.
Alone and torn apart between sad and sad.
Wishing for tomorrow to come without a sorrow.
Wishing for the day to wipe his tears away.
Everything has come and gone by the time he comes along.
Be it good or be it bad, every day keeps being sad.
For time and time again he curls and cries in pain.
Son of a broken home, to be always alone.
Alone and torn apart between sad and sad.
Wishing for tomorrow to come without a sorrow.
Wishing for the day to wipe his tears away.
viernes, 30 de octubre de 2015
El Mago y el fuego
No corría ningún año, porque los años ni corren ni pasan. Ni vuelan ni escapan. Era un hombre sin nombre el que paseaba de lado a lado en su caverna bajo la mirada de su... llamémosla esposa, y su hijo. Como "hombre sin nombre" es demasiado largo, digamos que era Darwin. Su esposa, Presunta Primera. Su hijo, Mendel.
Sucedió que Darwin había oído que, más allá del mar, alguien había hecho algo maravilloso. Ya no tanteaba a oscuras y no pasaba frío por las noches. El Mago había dominado la luz, la oscuridad, el calor y el frío. Los veía y sentía a su antojo. Y claro, el padre de familia decidió partir para entender este fenómeno.
Se despidieron de él Presunta Primera y Mendel, regando el jardín con sus lágrimas, y lo vieron alejarse sobre las olas, mar adentro. Pensó que sería un viaje tranquilo, un crucerito en el Costa Concordia. Pero claro, se equivocó.
No estaba Darwin lejos de llegar cuando su barco empezó a zozobrar. "¿Qué estará pasando?", se preguntó. Y cuál fue su sorpresa al ver que le atacaba un monstruo. Uno de esos seres, esas bestias marinas a las que llaman lubinas. Claro está, le pidió a la bestia educadamente que parara, pero debe ser que la lubina no hablaba español. Agotadas sus opciones, la golpeó en lo que supuso que era la cabeza, y quedó la bestia flotando en las aguas. Y, aunque la curiosidad mató al gato, en este caso hizo que Darwin descubriera que, diantre, la lubina sabía muy bien.
Llegó al fin del mar, y vio lo que vio: una caverna, como la suya. Lo curioso es que esta brillaba.
"Para, estate quieto", le dijo una voz. "Sé que vienes a por mi invento, y prometo dártelo si me contestas a tres preguntas. ¿Vale o no vale?"
Darwin asintió, y comenzaron las preguntas.
"¿A qué sabe la lubina?", dijo la voz, y respondió él: "A lubina, claro"
"¿De qué color es el cielo?", dijo la voz, y respondió él: "Color cielo, claro"
"¿De qué está hecha la hierba?", dijo la voz, y respondió él: "De hierba, claro"
Y en esto, quedó todo en silencio. Darwin esperó y esperó, pero no pasaba nada. Y, como no pasaba nada, decidió entrar. El Mago lo miraba, sorprendido.
"No has dado ni una", le dijo.
"Yo creo que sí", respondió Darwin. "Dame tu invento"
Como el Mago se negó, claro, Darwin lo golpeó igual que a la lubina. Lo malo es que el Mago no sabía bien. Lo bueno es que Darwin pudo llevarse su invento.
Y así volvió a su casa, siendo el Mago, y con el invento, a vivir con Presunta Primera, que ni era presumida ni tampoco la primera; y con Mendel, que ni plantaba guisantes ni los veía crecer. Y mucho menos tomar notas, que, a diferencia de vosotros y de mí, estos cavernarios no podían leer ni escribir.
Sucedió que Darwin había oído que, más allá del mar, alguien había hecho algo maravilloso. Ya no tanteaba a oscuras y no pasaba frío por las noches. El Mago había dominado la luz, la oscuridad, el calor y el frío. Los veía y sentía a su antojo. Y claro, el padre de familia decidió partir para entender este fenómeno.
Se despidieron de él Presunta Primera y Mendel, regando el jardín con sus lágrimas, y lo vieron alejarse sobre las olas, mar adentro. Pensó que sería un viaje tranquilo, un crucerito en el Costa Concordia. Pero claro, se equivocó.
No estaba Darwin lejos de llegar cuando su barco empezó a zozobrar. "¿Qué estará pasando?", se preguntó. Y cuál fue su sorpresa al ver que le atacaba un monstruo. Uno de esos seres, esas bestias marinas a las que llaman lubinas. Claro está, le pidió a la bestia educadamente que parara, pero debe ser que la lubina no hablaba español. Agotadas sus opciones, la golpeó en lo que supuso que era la cabeza, y quedó la bestia flotando en las aguas. Y, aunque la curiosidad mató al gato, en este caso hizo que Darwin descubriera que, diantre, la lubina sabía muy bien.
Llegó al fin del mar, y vio lo que vio: una caverna, como la suya. Lo curioso es que esta brillaba.
"Para, estate quieto", le dijo una voz. "Sé que vienes a por mi invento, y prometo dártelo si me contestas a tres preguntas. ¿Vale o no vale?"
Darwin asintió, y comenzaron las preguntas.
"¿A qué sabe la lubina?", dijo la voz, y respondió él: "A lubina, claro"
"¿De qué color es el cielo?", dijo la voz, y respondió él: "Color cielo, claro"
"¿De qué está hecha la hierba?", dijo la voz, y respondió él: "De hierba, claro"
Y en esto, quedó todo en silencio. Darwin esperó y esperó, pero no pasaba nada. Y, como no pasaba nada, decidió entrar. El Mago lo miraba, sorprendido.
"No has dado ni una", le dijo.
"Yo creo que sí", respondió Darwin. "Dame tu invento"
Como el Mago se negó, claro, Darwin lo golpeó igual que a la lubina. Lo malo es que el Mago no sabía bien. Lo bueno es que Darwin pudo llevarse su invento.
Y así volvió a su casa, siendo el Mago, y con el invento, a vivir con Presunta Primera, que ni era presumida ni tampoco la primera; y con Mendel, que ni plantaba guisantes ni los veía crecer. Y mucho menos tomar notas, que, a diferencia de vosotros y de mí, estos cavernarios no podían leer ni escribir.
domingo, 11 de octubre de 2015
De cuando en cuando mira al techo
De cuando en cuando mira al techo, apoyado en su almohada sucia y aún húmeda de lágrimas. Tapado hasta el cuello en sábanas que llevan más de dos vueltas. El olor de muchas noches se mete por su nariz, llena sus pulmones y sus neuronas sin siquiera picar a la puerta.
Ve entre las sombras de una pintura mal extendida los reflejos de todo lo que fue, lo que es y lo que pudo ser. Todo desde Alaska a Tokio. Todo desde el Big Bang hasta cuando el tiempo deje de tener sentido. Todo, y, a la vez, nada.
Porque mientras se afana en verlo todo, en realidad no ve más que sombras sin sentido que bailan al brillar de una vela. Entre los parpadeos de una llama del tamaño de un pulgar. Lo ve desde la inactividad y sin influir en el curso del tiempo.
El tiempo que dijeran que fluye hacia delante, inexorable. El tiempo que solo puedes dejar pasar, ignorar o interrumpir, pero nunca cambiar. El pasado, el presente y el futuro de lo que fue, lo que es y lo que nunca será.
Ve entre las sombras de una pintura mal extendida los reflejos de todo lo que fue, lo que es y lo que pudo ser. Todo desde Alaska a Tokio. Todo desde el Big Bang hasta cuando el tiempo deje de tener sentido. Todo, y, a la vez, nada.
Porque mientras se afana en verlo todo, en realidad no ve más que sombras sin sentido que bailan al brillar de una vela. Entre los parpadeos de una llama del tamaño de un pulgar. Lo ve desde la inactividad y sin influir en el curso del tiempo.
El tiempo que dijeran que fluye hacia delante, inexorable. El tiempo que solo puedes dejar pasar, ignorar o interrumpir, pero nunca cambiar. El pasado, el presente y el futuro de lo que fue, lo que es y lo que nunca será.
sábado, 5 de septiembre de 2015
Sangre
Si la cerveza fuera sangre, sería la mía, perdida en un mar de venas y arterias que en otro tiempo fueron limpias, impolutas y puras. Son ahora autopistas por las que corren el alcohol y la nicotina. Carreteras de lo que otros siempre vieron como desperdicios.
Sería mi sangre pura si no le robara a cada noche dos tragos y un cigarrillo. Y una botella y dos cajetillas. Si no le robara a cada rayo de sol un poco de fuerza para seguir bebiendo y viviendo. Sería mi sangre pura, en definitiva, si no me hubiera dejado llevar.
Ya no lo es, y es tarde para lamentos. Para quejas, para lloros. Es la hora de vivir con lo que uno ha elegido ser. De tirar de ello hasta que sea bueno. Hasta que valga la pena. Y, mientras lo intentamos, solo queda esperar y confiar en que la muerte no llegue temprana. En que nos de tiempo de hacer algo que merezca la pena escribir. Algo que pueda llenar siquiera una nota a pie de página en los libros de historia.
Será que en los recuerdos del mundo se puede ser inmortal. Será que todos queremos pasar a la historia para pensar que, al menos, nuestra vida no ha sido tan efímera como en un principio pareciera.
Sería mi sangre pura si no le robara a cada noche dos tragos y un cigarrillo. Y una botella y dos cajetillas. Si no le robara a cada rayo de sol un poco de fuerza para seguir bebiendo y viviendo. Sería mi sangre pura, en definitiva, si no me hubiera dejado llevar.
Ya no lo es, y es tarde para lamentos. Para quejas, para lloros. Es la hora de vivir con lo que uno ha elegido ser. De tirar de ello hasta que sea bueno. Hasta que valga la pena. Y, mientras lo intentamos, solo queda esperar y confiar en que la muerte no llegue temprana. En que nos de tiempo de hacer algo que merezca la pena escribir. Algo que pueda llenar siquiera una nota a pie de página en los libros de historia.
Será que en los recuerdos del mundo se puede ser inmortal. Será que todos queremos pasar a la historia para pensar que, al menos, nuestra vida no ha sido tan efímera como en un principio pareciera.
miércoles, 5 de agosto de 2015
Un set infinito de sets infinitos
Somos un set infinito de sets infinitos. Uno distinto a cada instante. Cada milésima de segundo, cada fotograma de nuestras vidas, somos una persona totalmente diferente. Creemos que seguimos siendo el mismo, creemos que seguiremos siendo el mismo, pero en realidad solamente conocemos nuestro yo del pasado.
Hace un año, vi a un chico exactamente igual que yo a su edad. La misma mirada curiosa, el mismo gesto alegre, la misma media melena, aquellas sudaderas tres o cuatro tallas más grandes. Esa falta de ducha. Poco después, al mirarme al espejo, vi a un esqueleto barbudo, de ojos cansados, no tan mal peinado. Mejor duchado. Vi mi camisa de franela y pensé: "¿cuánto tiempo ha pasado? ¿Siete, ocho años? ¿Quizá más?". No soy la misma persona, y, aún así, no tuve problema en reconocerme en ese chico.
Seguimos siendo un set infinito de sets infinitos. Una recta continua sin principio ni fin, tan inagotable como el universo mismo. Y lo mágico es que, aunque seamos tan grandes como él, solo somos una millonésima parte de lo que vemos. Estamos en un éter indefinible entre el todo y la nada.
Somos el infinito en lo finito.
Hace un año, vi a un chico exactamente igual que yo a su edad. La misma mirada curiosa, el mismo gesto alegre, la misma media melena, aquellas sudaderas tres o cuatro tallas más grandes. Esa falta de ducha. Poco después, al mirarme al espejo, vi a un esqueleto barbudo, de ojos cansados, no tan mal peinado. Mejor duchado. Vi mi camisa de franela y pensé: "¿cuánto tiempo ha pasado? ¿Siete, ocho años? ¿Quizá más?". No soy la misma persona, y, aún así, no tuve problema en reconocerme en ese chico.
Seguimos siendo un set infinito de sets infinitos. Una recta continua sin principio ni fin, tan inagotable como el universo mismo. Y lo mágico es que, aunque seamos tan grandes como él, solo somos una millonésima parte de lo que vemos. Estamos en un éter indefinible entre el todo y la nada.
Somos el infinito en lo finito.
sábado, 1 de agosto de 2015
Serpiente de alas rotas
¿Quién dijo qué? ¿De dónde salieron esas voces, superpuestas, rápidas, altas y nerviosas? ¿Quién dijo qué y cuándo lo dijo? Llenaron una mente con verdades y mentiras. Medias tintas y rupturas. Llenaron un alma con falsedades y certidumbres, y la rompieron en dos. En dos mitades. Una que quería creer y otra que creía saber.
Esas dos mitades lucharon. Lucharon a muerte para llenar la carcasa de un hombre viejo, ajado. Un hombre doblado por el peso del mundo. De su propia mente. De sus propios actos. Un hombre incapaz de olvidar o perdonar. Un Funes memorioso, rencoroso y amargado. Un ser deleznable hasta su último aliento, que pocos sabían que en realidad eran dos.
Sí, eran dos. Dos almas en eterna lucha. Cuando una venció, quedó solo una persona con media alma. Medio ser humano incapaz de codearse con todos aquellos seres llenos de alma. Llenos de virtud y verdad.
Quedó un alienígena tan ajeno a la especie humana como pudiera ser un perro, un gato o una serpiente.
Una serpiente alada, pero de alas rotas.
Esas dos mitades lucharon. Lucharon a muerte para llenar la carcasa de un hombre viejo, ajado. Un hombre doblado por el peso del mundo. De su propia mente. De sus propios actos. Un hombre incapaz de olvidar o perdonar. Un Funes memorioso, rencoroso y amargado. Un ser deleznable hasta su último aliento, que pocos sabían que en realidad eran dos.
Sí, eran dos. Dos almas en eterna lucha. Cuando una venció, quedó solo una persona con media alma. Medio ser humano incapaz de codearse con todos aquellos seres llenos de alma. Llenos de virtud y verdad.
Quedó un alienígena tan ajeno a la especie humana como pudiera ser un perro, un gato o una serpiente.
Una serpiente alada, pero de alas rotas.
jueves, 30 de julio de 2015
Soldados de fortuna
Hay flores que nacen en la esquina de mis paredes. Flores negras que trepan junto a la chimenea, pegadas al ladrillo. Flores que se abalanzan sobre mi cuerpo desnudo en el sofá.
Tocan en el sofá una serenata sobre mercenarios. Somos soldados unidos a la frontera. Somos soldados que deben huir, que no morirán por ninguna bandera, si no por una buena paga. Por la bandera verde. Por el vil metal. Por el que se tiran por tierra valores y personas.
Que caen jóvenes día tras día, llenos de plomo, en el suelo de una tierra a la que no pusieron nombre.
Que caen viudas a cada noche, llenas de pena, sobre las baldosas de una cocina que nadie bautizó.
Que caen niños a cada hora, vacíos de comida, en el suelo de un país del que no recordamos nombre.
Que caen lágrimas a cada minuto, llenas de sal, sobre mejillas de personas que nadie deseó.
Bajo la bandera del verde dólar. Del peso mexicano. Somos soldados de fortuna.
Tocan en el sofá una serenata sobre mercenarios. Somos soldados unidos a la frontera. Somos soldados que deben huir, que no morirán por ninguna bandera, si no por una buena paga. Por la bandera verde. Por el vil metal. Por el que se tiran por tierra valores y personas.
Que caen jóvenes día tras día, llenos de plomo, en el suelo de una tierra a la que no pusieron nombre.
Que caen viudas a cada noche, llenas de pena, sobre las baldosas de una cocina que nadie bautizó.
Que caen niños a cada hora, vacíos de comida, en el suelo de un país del que no recordamos nombre.
Que caen lágrimas a cada minuto, llenas de sal, sobre mejillas de personas que nadie deseó.
Bajo la bandera del verde dólar. Del peso mexicano. Somos soldados de fortuna.
jueves, 23 de julio de 2015
Cortinas de humo
Vendió cortinas de un humo que no era tal.
Descubrió tarde, muy tarde, demasiado tarde,
que en este mundo, de siempre da igual
qué hagas, qué desvío uses para perderte.
Y quiso tomar ese camino, lleno de señales,
de pruebas, una y un millón, de que allí
no había nada, ni caricias, ni rosales.
Pruebas de la vida triste que no debió pedir.
Murió así un pedacito de su alma,
en el pozo de cenizas junto a su cama.
Descubrió tarde, muy tarde, demasiado tarde,
que en este mundo, de siempre da igual
qué hagas, qué desvío uses para perderte.
Y quiso tomar ese camino, lleno de señales,
de pruebas, una y un millón, de que allí
no había nada, ni caricias, ni rosales.
Pruebas de la vida triste que no debió pedir.
Murió así un pedacito de su alma,
en el pozo de cenizas junto a su cama.
Nada
Dijo aquél que por mucho que hagas, mucho más quedará por hacer. Que da igual lo que sepas: siempre sabrás nada.
Una absoluta y denigrante nada. Y, después de eso, ¿qué queda? ¿Un ser? ¿Un algo? ¿Una mujer? No queda nada, amigo. No queda ni tan siquiera el rastro de un conocido. Ni tan siquiera el rastro de un colega, un ligue, un número de teléfono, los restos de unos neumáticos o el dolor de una viuda.
No queda nada, lo mires por donde lo mires. Y lo peor es que debemos sonreír.
Sonreír a la nada.
Sonreír al vacío.
Una absoluta y denigrante nada. Y, después de eso, ¿qué queda? ¿Un ser? ¿Un algo? ¿Una mujer? No queda nada, amigo. No queda ni tan siquiera el rastro de un conocido. Ni tan siquiera el rastro de un colega, un ligue, un número de teléfono, los restos de unos neumáticos o el dolor de una viuda.
No queda nada, lo mires por donde lo mires. Y lo peor es que debemos sonreír.
Sonreír a la nada.
Sonreír al vacío.
martes, 14 de julio de 2015
El miedo, el terror y el recuerdo
- ¿Y quién es este ser que me visita en la oscuridad, al borde de mi deshecha cama? ¿Quién es este ente que se recorta bajo la luz de la luna llena que se cuela por mi ventana?
- Soy el miedo. El terror. El recuerdo.
- ¿Quién eres? ¿Por qué me miras así? ¿Por qué me interrogas con tus ojos, y me haces sentir pequeño, abandonado, perdido en un mar de memorias turbias y dolorosas?
- Soy el miedo. El terror. El recuerdo.
- Aléjate. Vete de mi habitación. Huye de aquí. Vete, antes de que llegue el sol. Ve, antes de que pueda olvidarte con el nacer de un nuevo día. Déjame solo.
- Soy el miedo. El terror. El recuerdo.
- Por favor, te lo suplico, déjame solo. Déjame vivir. Déjame volver al presente, mirar al futuro. Déjame abandonar el pasado tras las huellas de mis propias pisadas. Déjame vivir lejos de lo que he hecho. Déjame vivir lejos de cuanto me arrepiento.
- Soy el miedo. El terror. El recuerdo.
- ¿Me dejarás ser feliz? ¿Podré dejar de temer? ¿Dejar de recordar?
- Soy el miedo. El terror. El recuerdo.
- Eres el miedo, el terror y el recuerdo.
- Soy el miedo. El terror. El recuerdo.
- ¿Quién eres? ¿Por qué me miras así? ¿Por qué me interrogas con tus ojos, y me haces sentir pequeño, abandonado, perdido en un mar de memorias turbias y dolorosas?
- Soy el miedo. El terror. El recuerdo.
- Aléjate. Vete de mi habitación. Huye de aquí. Vete, antes de que llegue el sol. Ve, antes de que pueda olvidarte con el nacer de un nuevo día. Déjame solo.
- Soy el miedo. El terror. El recuerdo.
- Por favor, te lo suplico, déjame solo. Déjame vivir. Déjame volver al presente, mirar al futuro. Déjame abandonar el pasado tras las huellas de mis propias pisadas. Déjame vivir lejos de lo que he hecho. Déjame vivir lejos de cuanto me arrepiento.
- Soy el miedo. El terror. El recuerdo.
- ¿Me dejarás ser feliz? ¿Podré dejar de temer? ¿Dejar de recordar?
- Soy el miedo. El terror. El recuerdo.
- Eres el miedo, el terror y el recuerdo.
domingo, 28 de junio de 2015
Azul
Ojos azules que hollan en mi alma.
Rompen mi corazón en mil pedazos,
como espuma rota de un mar en calma.
Como náufragos en tristeza varados.
Rompen las olas mientras canto,
llora el cielo en amargo llanto.
Deja el dolor su huella en mi historia.
La huella de un hombre que perdió la esperanza,
girarán mis pensamientos como una noria,
dejarán atrás la voluntad de toda andanza.
Rompen olas del mar al que grito,
dejando atrás un azul infinito.
Se oye el blues del olvido,
mi alma no recuerda el calor.
Atrás esas notas que he perdido
al sentir que me abandona el amor.
Y aquí murió mi voluntad de caminar.
Enterrada bajo tierras que mis pies no osan pisar.
Rompen mi corazón en mil pedazos,
como espuma rota de un mar en calma.
Como náufragos en tristeza varados.
Rompen las olas mientras canto,
llora el cielo en amargo llanto.
Deja el dolor su huella en mi historia.
La huella de un hombre que perdió la esperanza,
girarán mis pensamientos como una noria,
dejarán atrás la voluntad de toda andanza.
Rompen olas del mar al que grito,
dejando atrás un azul infinito.
Se oye el blues del olvido,
mi alma no recuerda el calor.
Atrás esas notas que he perdido
al sentir que me abandona el amor.
Y aquí murió mi voluntad de caminar.
Enterrada bajo tierras que mis pies no osan pisar.
jueves, 25 de junio de 2015
Si el miedo tuviera rostro
Si el miedo tuviera rostro, sería el tuyo. Esa sonrisa lobuna que me dedicas al cruzar nuestras miradas. Tendría esos ojos que brillan bajo tus cejas, bien abiertos, expectantes. Deseosos de que baje la guardia. Y tendría ese menear de caderas que hace que a uno se le encoja el cuerpo y no llegue su camisa al cuello.
Si el miedo tuviera manos, serían las tuyas. Esas manos largas, finas, afiladas. Como garras que podrían descuartizarme de una bofetada. Tendría esos dedos ágiles pero fuertes, esas uñas bien cuidadas que sabe Dios cuántas almas habrán despedazado. Tendría ese anillo, dorado y sencillo, que llama la atención más de lo mínimo y menos de lo máximo.
Si el miedo tuviera alma, sería la tuya. Oscura y misteriosa, escondida tras muros de piedra, telones de acero y cortinas de seda. Sería esa alma que solo a veces sale, y sale a matar. Sale como un guerrero se lanza a la batalla, por tu boca, hasta mis oídos, loca por romper mi corazón.
Si el miedo fuera persona, serías tú. Y Dios, cómo adoro el miedo.
Si el miedo tuviera manos, serían las tuyas. Esas manos largas, finas, afiladas. Como garras que podrían descuartizarme de una bofetada. Tendría esos dedos ágiles pero fuertes, esas uñas bien cuidadas que sabe Dios cuántas almas habrán despedazado. Tendría ese anillo, dorado y sencillo, que llama la atención más de lo mínimo y menos de lo máximo.
Si el miedo tuviera alma, sería la tuya. Oscura y misteriosa, escondida tras muros de piedra, telones de acero y cortinas de seda. Sería esa alma que solo a veces sale, y sale a matar. Sale como un guerrero se lanza a la batalla, por tu boca, hasta mis oídos, loca por romper mi corazón.
Si el miedo fuera persona, serías tú. Y Dios, cómo adoro el miedo.
domingo, 14 de junio de 2015
Voces suaves y perfumes dulces
Voces suaves y perfumes dulces. De rosas, quizá. Voces suaves de labios carnosos y ojos claros. Que rodean, que atraen y alejan tu mente de cualquier otro pensamiento. De todo lo que no sean ellas. De todo lo ajeno a los cantos de sirena.
Voces suaves y perfumes dulces. Y, tras ellos, la tentación innegable, irresistible, de lanzar un beso en la oscuridad. De buscar el cobijo de unos labios rojos, brillantes, húmedos, calientes. Voces de deseo y dulzura, capaces de volver loco a un hombre.
Voces suaves y perfumes dulces. Casi dolorosas, como dardos en tus neuronas. Queman, arden mientras desesperan por traerte a su pequeña isla. Sirenas que te llevan a un naufragio seguro, a encallar en los arrecifes de una costa traicionera.
Voces suaves. Perfumes dulces. Mienten a cada sílaba, a cada letra. Mienten y tejen con sus mentiras un velo para cegar tu mirada. Un velo que te aleja de todo, que te quita tu propia alma, y te convierte en un esclavo de sus deseos.
Voces y perfumes.
Voces suaves y perfumes dulces. Y, tras ellos, la tentación innegable, irresistible, de lanzar un beso en la oscuridad. De buscar el cobijo de unos labios rojos, brillantes, húmedos, calientes. Voces de deseo y dulzura, capaces de volver loco a un hombre.
Voces suaves y perfumes dulces. Casi dolorosas, como dardos en tus neuronas. Queman, arden mientras desesperan por traerte a su pequeña isla. Sirenas que te llevan a un naufragio seguro, a encallar en los arrecifes de una costa traicionera.
Voces suaves. Perfumes dulces. Mienten a cada sílaba, a cada letra. Mienten y tejen con sus mentiras un velo para cegar tu mirada. Un velo que te aleja de todo, que te quita tu propia alma, y te convierte en un esclavo de sus deseos.
Voces y perfumes.
viernes, 5 de junio de 2015
¿Tú la has visto bailar?
-¿Perfecta?
- Bueno, quita tú de aquí, suma de allá... cambia esto, cambia aquello. Al fin y al cabo, ¿quién es perfecto?
-¿Lo es su pelo?
-No lo sé, a mí me lo parece.
-¿Y sus ojos?
-Dímelo tú, yo qué sé.
-¿Su sonrisa?
-Bueno, yo diría que sí, pero ya sabes... las opiniones...
-Bueno, ¿qué tiene de bueno?
-Ay, yo qué sé. Muchas cosas, tío. ¿Acaso tú la conoces?
-No, no la conozco... a ver, dime, ¿por qué?
-Porque, en serio... ¿tú la has visto bailar?
- Bueno, quita tú de aquí, suma de allá... cambia esto, cambia aquello. Al fin y al cabo, ¿quién es perfecto?
-¿Lo es su pelo?
-No lo sé, a mí me lo parece.
-¿Y sus ojos?
-Dímelo tú, yo qué sé.
-¿Su sonrisa?
-Bueno, yo diría que sí, pero ya sabes... las opiniones...
-Bueno, ¿qué tiene de bueno?
-Ay, yo qué sé. Muchas cosas, tío. ¿Acaso tú la conoces?
-No, no la conozco... a ver, dime, ¿por qué?
-Porque, en serio... ¿tú la has visto bailar?
viernes, 22 de mayo de 2015
Hubiera preferido el silencio
Hubiera preferido el silencio. La tranquilidad eterna de una mente callada, sin palabras. Una de esas mentes que solamente cuchichea con tranquilidad, incluso con miedo, no vaya a molestar al vecino de arriba. Hubiera preferido eso y mucho menos, pero no lo tuvo.
Porque cuando su mente decidió que importaba, empezó a hablar. A gritar. A cantar. Cada día eran millones de fanfarrias, baladas y valquirias cabalgando, todas sonando a la vez al mayor volumen que podían. Pensando "y que le den por saco al vecino de arriba". Al fin y al cabo, ¿qué más daba? Quizá aquellos pensamientos se habían dado cuenta de que no había tal vecino. Ni ese ni el de abajo. Ni el de al lado. Que estaban solos por completo en el edificio. Qué digo, en la ciudad.
Y cuando su mente se dio cuenta de que estaba sola, empezaron las películas. Y las escenas. Viejos vaqueros disparando mientras las geishas se maquillaban, dejando espacio para que millones de personajes grises y apáticos narraran su vida con una voz desgastada y rota por whisky y humo. Todos a la vez, como una gran cabalgata de personajes absurdos correteando por sus neuronas, al son de antiguas fanfarrias y baladas y valquirias que cabalgan. Todo notas disonantes compitiendo unas con otras. Imágenes sin contexto luchando por ser más importantes.
Todo color, ruido, movimiento.
Demasiado para olvidarlo.
Demasiado para apuntarlo.
-¿Alguna idea de la causa de la muerte, doctor?
-Ninguna. ¿Qué saben de él?
-Nada en absoluto. Corrió calle abajo gritando palabras que nadie entendía. Y así, sin previo aviso, se desplomó sobre la acera.
-Estas cosas pasan, supongo.
-Sí. Estas cosas pasan...
Porque cuando su mente decidió que importaba, empezó a hablar. A gritar. A cantar. Cada día eran millones de fanfarrias, baladas y valquirias cabalgando, todas sonando a la vez al mayor volumen que podían. Pensando "y que le den por saco al vecino de arriba". Al fin y al cabo, ¿qué más daba? Quizá aquellos pensamientos se habían dado cuenta de que no había tal vecino. Ni ese ni el de abajo. Ni el de al lado. Que estaban solos por completo en el edificio. Qué digo, en la ciudad.
Y cuando su mente se dio cuenta de que estaba sola, empezaron las películas. Y las escenas. Viejos vaqueros disparando mientras las geishas se maquillaban, dejando espacio para que millones de personajes grises y apáticos narraran su vida con una voz desgastada y rota por whisky y humo. Todos a la vez, como una gran cabalgata de personajes absurdos correteando por sus neuronas, al son de antiguas fanfarrias y baladas y valquirias que cabalgan. Todo notas disonantes compitiendo unas con otras. Imágenes sin contexto luchando por ser más importantes.
Todo color, ruido, movimiento.
Demasiado para olvidarlo.
Demasiado para apuntarlo.
-¿Alguna idea de la causa de la muerte, doctor?
-Ninguna. ¿Qué saben de él?
-Nada en absoluto. Corrió calle abajo gritando palabras que nadie entendía. Y así, sin previo aviso, se desplomó sobre la acera.
-Estas cosas pasan, supongo.
-Sí. Estas cosas pasan...
jueves, 14 de mayo de 2015
This time is different
Esta vez es diferente. Esta vez he aprendido a controlarme. A decir que no. Esta vez he logrado negarme a mis instintos. Y, sin embargo, te pido que me vigiles. Que vigiles mis manos y las bendigas, porque a veces pierden la compostura.
Esta vez, es el demonio quien me llama, y me dice que me prepare. Me dice que me toca salir a escena. Y asiento y sonrío, bebiendo de mi cerveza, mientras salgo despacio, con cuidado, ante los ojos asustados del público. Tiemblan. Sienten terror.
No se muevan, les digo. No tienen por qué hacerlo. Nadie va a morir solo. He venido a hacer lo mío, ustedes sólo observen.
Esta vez es diferente. Yo puedo controlarme, pero mis manos no.
Esta vez, es el demonio quien me llama, y me dice que me prepare. Me dice que me toca salir a escena. Y asiento y sonrío, bebiendo de mi cerveza, mientras salgo despacio, con cuidado, ante los ojos asustados del público. Tiemblan. Sienten terror.
No se muevan, les digo. No tienen por qué hacerlo. Nadie va a morir solo. He venido a hacer lo mío, ustedes sólo observen.
Esta vez es diferente. Yo puedo controlarme, pero mis manos no.
martes, 12 de mayo de 2015
Hey mambo!
Volvió a Nápoles porque echaba de menos las vistas. La gente. Las canciones tradicionales... pero vaya, algo no iba bien del todo.
domingo, 3 de mayo de 2015
I wish I was in love
I wish I was in love.
If I was in love, my mind would drift away, strolling,
walking over thoughts of her pale skin.
Of her deep red lips, covering a white smile,
a smile that burns with the passion of ten suns and one poem.
If I was in love, my mind would drift away, rolling,
sliding over thoughts of her hair.
Of how beautiful she looks when she takes the front parts of it,
and moves them back, and ties them.
If I was in love, my mind would drift away, lifting,
flying over thoughts of her eyes.
Of how her wide, bright eyes look at you,
as she lifts her hands and stares at you in shock, every time
she doesn't get what you say and why you say it.
If I was in love, my mind would drift away, soaring,
hurrying over thoughts of space and time.
Of how the air feels lighter and tastes sweeter every single time
she walks past my nose, past my eyes, past my tongue.
I wish I was in love.
Seis con veintiocho entre dos
Creo que eres pretenciosa. Pretendes saber más de lo que llena tu mente. Creo que no admites tus fallos, tus defectos. Creo que todo lo que explicas con ese aire impostado de erudición no son más que devaneos sin sentido. Banales excusas de una definición para algo a lo que no le encuentras palabras, que sería mejor si siguiera siendo inefable.
Creo que mientes. Con tus sonrisas y ojos mientes. Creo que crees conocer a la gente, analizarla. Pero es una mentira. Y creo que lo sabes mejor que yo. Que no conoces al mundo. Que te pilla por sorpresa.
Creo que chillas, que lloras, que gritas, porque no eres mujer. Eres niña. Creo que no creciste, que aún te queda trecho, largo y ancho, por andar. Y no, no creo que vaya a ser fácil. Nada lo es.
Creo que no eres consciente de tu posición.
Creo que creemos que ambos sabemos cuándo dolemos y cuándo curamos.
Creo que mientes. Con tus sonrisas y ojos mientes. Creo que crees conocer a la gente, analizarla. Pero es una mentira. Y creo que lo sabes mejor que yo. Que no conoces al mundo. Que te pilla por sorpresa.
Creo que chillas, que lloras, que gritas, porque no eres mujer. Eres niña. Creo que no creciste, que aún te queda trecho, largo y ancho, por andar. Y no, no creo que vaya a ser fácil. Nada lo es.
Creo que no eres consciente de tu posición.
Creo que creemos que ambos sabemos cuándo dolemos y cuándo curamos.
sábado, 2 de mayo de 2015
Mil suspiros de anhelo
Un
mechón de mi pelo
que
te recuerde nuestros desvelos.
Una
muestra de amor
junto
a este intento de perdón.
Y
mil suspiros de anhelo
que
siempre guardaré con recelo.
Ahogué un sollozo y miré al cielo, viendo Septiembre en el horizonte.
martes, 28 de abril de 2015
Desde la cama
Desde la cama todo se veía oscuro. Gris. La falta de ganas, aquella apatía... todo le obligaba a quedarse allí. Hora tras hora tras hora. Día tras día. A un tabique de distancia de otros seres humanos a los que una vez llamó amigos. Y, sin embargo, a millones de años luz...
Ella esperaba sentada a los pies de la cama. Ella miraba. Ella podría haber sido luz, pero ahora era la piedra de un suicida. Esa que se hunde en el río y te lleva con ella. Ella era el peso que lo atrapaba bajo las sábanas. A millones de años luz de distancia de quien una vez fue su vida entera. Y, sin embargo, tan cerca...
"¿No te vas a levantar?", se dijo a sí mismo.
"¿Para qué?", se contestó.
El hambre dolía. El humo quemaba. La cabeza parecía aplastada en una prensa hidráulica. Y, aún así, no quería salir. No quería moverse de entre las sábanas. No quería dejar de sentir cómo sus músculos se convertían en goma inútil. Cómo su cuerpo moría mientras su mente se suicidaba.
"¿No te vas a levantar?"
"¿Para qué?"
Y la serpiente alada, la de siempre, la de aquella noche cuando aún era un niño. Aquella que colgaba de su techo, se asomaba otra vez. Esta vez no eran las drogas. Esta vez no era algo misterioso en qué pensar. Esta vez, la serpiente alada era una amenaza real. Era pérdida, confusión.
¿Qué hacer? ¿Dónde estar, si no en esta cama? Todo era miedo y horror fuera de ella. Todo era dolor. Mentiras. Falsedad. Todo era interpretar un papel que él no había elegido, que no le correspondía, y que aún así estaba adicto a interpretar. A pocos metros de distancia de unos seres humanos que no le importaban. Y, sin embargo, tras la cortina...
"¿No te vas a levantar?", le dijo ella.
"¿Para qué?"
Ella esperaba sentada a los pies de la cama. Ella miraba. Ella podría haber sido luz, pero ahora era la piedra de un suicida. Esa que se hunde en el río y te lleva con ella. Ella era el peso que lo atrapaba bajo las sábanas. A millones de años luz de distancia de quien una vez fue su vida entera. Y, sin embargo, tan cerca...
"¿No te vas a levantar?", se dijo a sí mismo.
"¿Para qué?", se contestó.
El hambre dolía. El humo quemaba. La cabeza parecía aplastada en una prensa hidráulica. Y, aún así, no quería salir. No quería moverse de entre las sábanas. No quería dejar de sentir cómo sus músculos se convertían en goma inútil. Cómo su cuerpo moría mientras su mente se suicidaba.
"¿No te vas a levantar?"
"¿Para qué?"
Y la serpiente alada, la de siempre, la de aquella noche cuando aún era un niño. Aquella que colgaba de su techo, se asomaba otra vez. Esta vez no eran las drogas. Esta vez no era algo misterioso en qué pensar. Esta vez, la serpiente alada era una amenaza real. Era pérdida, confusión.
¿Qué hacer? ¿Dónde estar, si no en esta cama? Todo era miedo y horror fuera de ella. Todo era dolor. Mentiras. Falsedad. Todo era interpretar un papel que él no había elegido, que no le correspondía, y que aún así estaba adicto a interpretar. A pocos metros de distancia de unos seres humanos que no le importaban. Y, sin embargo, tras la cortina...
"¿No te vas a levantar?", le dijo ella.
"¿Para qué?"
domingo, 8 de marzo de 2015
Bury Me Not on the Lone Prairie
"No me enterréis en la pradera", dijo Jim, con aquella voz quebrada. Lo sé porque estaba yo allí. Estaba con él, y con el resto de la cuadrilla. Todos mirando su cuerpo, ensangrentado y tendido sobre la hierba, en un atardecer que se antojaba eterno. "No me enterréis aquí... por favor, llevadme a casa. A la iglesia. A donde mi madre pueda llorar mi muerte".
Vi al viejo Abe derramar un par de lágrimas. Por primera vez en mi vida. Claro, por aquel momento todos estábamos ya deshechos en llanto. El pequeño Jim. El jovencito que sólo quería aventuras. Nunca había hecho daño a nadie, y eso ya era mucho más de lo que nosotros podíamos decir. Y, sin embargo, en aquella persecución, sólo le habían dado a él. Más de veinte revólveres vacíos contra nosotros cinco, y sólo le habían dado a él.
"Estoy viendo a Mathilda... la recuerdo, y me duele", continuó el pequeño. Su sed de aventura había sido su perdición, y, muy en el fondo, todos sabíamos que no era justo que nuestra sed de riqueza no hubiera acabado con nuestras vidas antes que con la suya. "La veo, como si me esperara al otro lado de la oscuridad... Dios, chicos, tengo miedo... mucho miedo"
Aquellas palabras fueron silenciadas por el Colt del flaco Holiday. Me lancé como un chacal sobre aquel tísico hijo de puta. Había matado a Jim, y eso me enfurecía. Sabía que era algo necesario. Que debía acabar con su sufrimiento, con su miedo. Sin embargo, hacerlo así era propio de un cerdo sin corazón. ¿En eso nos habíamos convertido?
Incapaces de ir de vuelta a ninguna ciudad, y con la noche cayendo sobre nosotros, ignoramos su ruego. Ignoramos las últimas palabras de Jim.
Lo enterramos junto al roble, en la pradera.
Donde los coyotes aúllan.
Y el viento sopla libre.
Vi al viejo Abe derramar un par de lágrimas. Por primera vez en mi vida. Claro, por aquel momento todos estábamos ya deshechos en llanto. El pequeño Jim. El jovencito que sólo quería aventuras. Nunca había hecho daño a nadie, y eso ya era mucho más de lo que nosotros podíamos decir. Y, sin embargo, en aquella persecución, sólo le habían dado a él. Más de veinte revólveres vacíos contra nosotros cinco, y sólo le habían dado a él.
"Estoy viendo a Mathilda... la recuerdo, y me duele", continuó el pequeño. Su sed de aventura había sido su perdición, y, muy en el fondo, todos sabíamos que no era justo que nuestra sed de riqueza no hubiera acabado con nuestras vidas antes que con la suya. "La veo, como si me esperara al otro lado de la oscuridad... Dios, chicos, tengo miedo... mucho miedo"
Aquellas palabras fueron silenciadas por el Colt del flaco Holiday. Me lancé como un chacal sobre aquel tísico hijo de puta. Había matado a Jim, y eso me enfurecía. Sabía que era algo necesario. Que debía acabar con su sufrimiento, con su miedo. Sin embargo, hacerlo así era propio de un cerdo sin corazón. ¿En eso nos habíamos convertido?
Incapaces de ir de vuelta a ninguna ciudad, y con la noche cayendo sobre nosotros, ignoramos su ruego. Ignoramos las últimas palabras de Jim.
Lo enterramos junto al roble, en la pradera.
Donde los coyotes aúllan.
Y el viento sopla libre.
martes, 3 de febrero de 2015
Paula
Desde que tengo memoria
y recuerdo
que estoy cuerdo
si muerdo
tus labios rojos,
de fuego,
de azufre,
de antojo.
Desde siempre
que dejo que me tientes
porque quieres, lo sientes
y luego disientes
y niegas, sonriente,
con la risa entre dientes
de aquella que miente.
Me abstraes,
atraes y distraes
si subes, si caes
me llevas y traes.
En serio, estás en mi cabeza,
hueca.
Cierta certeza
desde siempre,
atrayente.
Hasta siempre,
en poniente.
y recuerdo
que estoy cuerdo
si muerdo
tus labios rojos,
de fuego,
de azufre,
de antojo.
Desde siempre
que dejo que me tientes
porque quieres, lo sientes
y luego disientes
y niegas, sonriente,
con la risa entre dientes
de aquella que miente.
Me abstraes,
atraes y distraes
si subes, si caes
me llevas y traes.
En serio, estás en mi cabeza,
hueca.
Cierta certeza
desde siempre,
atrayente.
Hasta siempre,
en poniente.
domingo, 1 de febrero de 2015
Buenos días
Desperté,
entre el humo de tus cigarrillos.
Desperté,
con tu pintalabios en mi cuello.
Rojo, como la sangre.
Ardiente, como tu cuerpo.
Desperté,
y no estabas ahí.
En el hueco de mi cama
sólo vi tu silueta.
El resto vacío de quien
huye de una noche vergonzosa.
Desperté,
y sólo quedaban las arrugas
en el colchón.
Solamente humo, y pintalabios.
Desperté,
y volví a dormir.
entre el humo de tus cigarrillos.
Desperté,
con tu pintalabios en mi cuello.
Rojo, como la sangre.
Ardiente, como tu cuerpo.
Desperté,
y no estabas ahí.
En el hueco de mi cama
sólo vi tu silueta.
El resto vacío de quien
huye de una noche vergonzosa.
Desperté,
y sólo quedaban las arrugas
en el colchón.
Solamente humo, y pintalabios.
Desperté,
y volví a dormir.
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