Esta vez, es el demonio quien me llama, y me dice que me prepare. Me dice que me toca salir a escena. Y asiento y sonrío, bebiendo de mi cerveza, mientras salgo despacio, con cuidado, ante los ojos asustados del público. Tiemblan. Sienten terror.
No se muevan, les digo. No tienen por qué hacerlo. Nadie va a morir solo. He venido a hacer lo mío, ustedes sólo observen.
Esta vez es diferente. Yo puedo controlarme, pero mis manos no.
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