Desperté,
entre el humo de tus cigarrillos.
Desperté,
con tu pintalabios en mi cuello.
Rojo, como la sangre.
Ardiente, como tu cuerpo.
Desperté,
y no estabas ahí.
En el hueco de mi cama
sólo vi tu silueta.
El resto vacío de quien
huye de una noche vergonzosa.
Desperté,
y sólo quedaban las arrugas
en el colchón.
Solamente humo, y pintalabios.
Desperté,
y volví a dormir.
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