El dolor es la liberación de una mente atada a la realidad. Sólo a través del dolor podemos encontrar el camino a la nada, al punto cero. A olvidar todo lo que nos ata. Y volver a empezar.

miércoles, 27 de julio de 2016

Verde y azul

Ella era azul, de mar y bandera. Ondeante, húmeda, imposible de ignorar. Era un faro al que todos miraban. Una locura hecha carne, una gota de agua tras otra bañando los valles.
Él era verde y marrón, de musgo y tierra. Quieto, pensante, eterno. Invisible a todas luces, pero presente de forma innegable. Era el suelo que todos pisaban. Las hojas húmedas por las que pasaban los dedos.
Cuando se abrazaron, el musgo y la tierra quedaron prendados de la mar. Se enzarzaron en una lucha de titanes, y decidieron el verde y el marrón perseguir al azul hasta donde hiciera falta. Hasta colgarse de acantilados, al borde de perder la vida, con tal de seguir a la doncella de la mar.
Él la observó, la miró, la admiró y la mimó con toda el alma que le quedaba. Alma rota y desgastada por los siglos, milenios, eones de quietud. Ella se dejó querer. Se dejó admirar y observar, sonriente, con el corazón lleno de espuma y los ojos clavados en el cielo, ausente, juguetona tras las eras de danza sin cesar.
Y llegado el día, se desprenderían el verde y el marrón de la roca, se precipitarían al vacío sin el más mínimo grito, en un silencio sepulcral, listos para morir en un abrazo húmedo, infinito y azul. En las caricias de la mar embravecida, eterna, imposible de ignorar.

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