Tú le dabas color a este lugar. Iluminabas con luz y música las calles de este triste pueblo perdido de la mano de Dios.
Los aplausos te hacían sonreír. Sigo pensando que a mí me sonreías por algo más que por llevar una guitarra al hombro. Pero lo importante es que ya no estás. Que te has ido y que sabe Dios cuándo volverás. Espero que vayas donde vayas, el mundo te de lo que mereces. Felicidad y buenos días, por supuesto. De esos en los que el sol brilla, los pájaros cantan y te despiertas cada día con gesto alegre.
Espero que estés donde estés, algún día vuelvas.
Y te invitaré a esa cerveza que te prometí. Y para entonces ya podré tocar Proud Mary.
Buenas,
ResponderEliminarhemos llegado a ti despues de leer tus relatos en tu blog, y nos gustaria que te unieras a nuestro proyecto de literatura en la red.
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