En un lugar muy, muy lejano debió haber pasado, pero en realidad tuvo lugar en el apartamento que hay bajo el mío.
Leyendo las noticias, me enteré del lío y me fui a ver a mi amigo Luis a la prisión. Le pedí que me lo contara todo, y al rato estaba descifrando su historia entre sollozos.
"No lo entiendo", decía. "Pensé que ella me quería".
Luis había llegado un par de horas temprano del trabajo, pues le habían despedido. Iba alicaído, pero estaba seguro de poder encontrar algún nuevo trabajo. Mientras subía por las escaleras, imaginaba tener que consolar a su mujer, pues no había otra fuente de ingresos y apenas llegaban a fin de mes.
De sus cavilaciones le sacaron unos extraños ruidos más allá de la puerta principal de su casa. Algo estaba pasando allí dentro y no tenía muy buena pinta. Luis irrumpió iracundo, buscando un ladrón o algo parecido, pero lo que encontró fue incluso peor.
En el salón de su casa, el que tanto esfuerzo le había costado amueblar, se hallaba su mujer desnuda, entregándose a los placeres carnales con un desconocido, mientras gritaba a todo volumen.
Aquella misma tarde, tanto el desconocido como la mujer de Luis murieron de una forma que no merece relatarse.
"Ella me quería", lloraba Luis, horrorizado por lo que había hecho.
"Sí", contesté. "Te quería"
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