El dolor es la liberación de una mente atada a la realidad. Sólo a través del dolor podemos encontrar el camino a la nada, al punto cero. A olvidar todo lo que nos ata. Y volver a empezar.

viernes, 22 de febrero de 2019

Remix

Escuchas la canción, una y otra vez. Escuchas cada segundo, cada milésima, a la caza eterna del más mínimo error. ¿Por qué es tan corta?, te preguntan. Y solo sabes contestar que porque no se te ocurría nada más. Pero tú y yo sabemos la verdad: es porque un minuto en tu mundo se ha convertido en horas y horas de sentarte frente a la pantalla. De leer ondas de sonido que no tienen sentido para ti. Ojos, espalda, piernas, manos doloridas que intentan frenéticamente hacer el mejor trabajo posible, mientras tu mente empieza a gritarte cada vez más alto que no tienes los medios necesarios. Que no vales. Que no tienes. Que no vales.
El presupuesto es bajo, inexistente. Trabajas con lo que tienes a la espera da que algún día consigas dinero para reinvertir y comprar algo que merezca la pena usar. Pero sientes miedo, y es comprensible. ¿Qué te hizo pensar que podrías enfrentarte a esto? ¿Qué te hizo pensar que podías abrirte un hueco en el mundo y dejar tu huella? Quizá fuiste un iluso, quizá apuntaste demasiado alto o saltaste demasiado poco. Pero, al fin y al cabo, es todo lo que te queda. Ese objetivo enfermizo de ser recordado por generaciones venideras. Por personas que jamás te han conocido y jamás te conocerán. Ese deseo de ser un modelo a seguir, de que tu manera torcida y extraña de ver el mundo que te rodea resulte contagiosa, mágica. El deseo de tocar las mentes y corazones de personas que jamás mirarás a los ojos, y enamorar a alguien que no existe. En ese afán, olvidarás enamorar a los que sí existen, y te rodean.
Pero no hay victoria sin sacrificio, no hay tortilla sin huevos rotos. Y si quieres pasar a la historia, tener una vida después de tu vida... bueno, entonces vas a tener que sacrificar tus minutos sobre la faz de la Tierra para, con suerte (con mucha suerte), conseguirlo. No decaigas, sigue intentándolo. Y si todo se derrumba a tu alrededor, al menos tendrás libros, discos y quizá incluso películas que abrazar como si fuesen tus hijos.

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