El dolor es la liberación de una mente atada a la realidad. Sólo a través del dolor podemos encontrar el camino a la nada, al punto cero. A olvidar todo lo que nos ata. Y volver a empezar.

domingo, 28 de junio de 2015

Azul

Ojos azules que hollan en mi alma.
Rompen mi corazón en mil pedazos,
como espuma rota de un mar en calma.
Como náufragos en tristeza varados.

Rompen las olas mientras canto,
llora el cielo en amargo llanto.

Deja el dolor su huella en mi historia.
La huella de un hombre que perdió la esperanza,
girarán mis pensamientos como una noria,
dejarán atrás la voluntad de toda andanza.

Rompen olas del mar al que grito,
dejando atrás un azul infinito.

Se oye el blues del olvido,
mi alma no recuerda el calor.
Atrás esas notas que he perdido
al sentir que me abandona el amor.

Y aquí murió mi voluntad de caminar.
Enterrada bajo tierras que mis pies no osan pisar.

jueves, 25 de junio de 2015

Si el miedo tuviera rostro

Si el miedo tuviera rostro, sería el tuyo. Esa sonrisa lobuna que me dedicas al cruzar nuestras miradas. Tendría esos ojos que brillan bajo tus cejas, bien abiertos, expectantes. Deseosos de que baje la guardia. Y tendría ese menear de caderas que hace que a uno se le encoja el cuerpo y no llegue su camisa al cuello.
Si el miedo tuviera manos, serían las tuyas. Esas manos largas, finas, afiladas. Como garras que podrían descuartizarme de una bofetada. Tendría esos dedos ágiles pero fuertes, esas uñas bien cuidadas que sabe Dios cuántas almas habrán despedazado. Tendría ese anillo, dorado y sencillo, que llama la atención más de lo mínimo y menos de lo máximo.
Si el miedo tuviera alma, sería la tuya. Oscura y misteriosa, escondida tras muros de piedra, telones de acero y cortinas de seda. Sería esa alma que solo a veces sale, y sale a matar. Sale como un guerrero se lanza a la batalla, por tu boca, hasta mis oídos, loca por romper mi corazón.
Si el miedo fuera persona, serías tú. Y Dios, cómo adoro el miedo.

domingo, 14 de junio de 2015

Voces suaves y perfumes dulces

Voces suaves y perfumes dulces. De rosas, quizá. Voces suaves de labios carnosos y ojos claros. Que rodean, que atraen y alejan tu mente de cualquier otro pensamiento. De todo lo que no sean ellas. De todo lo ajeno a los cantos de sirena.
Voces suaves y perfumes dulces. Y, tras ellos, la tentación innegable, irresistible, de lanzar un beso en la oscuridad. De buscar el cobijo de unos labios rojos, brillantes, húmedos, calientes. Voces de deseo y dulzura, capaces de volver loco a un hombre.
Voces suaves y perfumes dulces. Casi dolorosas, como dardos en tus neuronas. Queman, arden mientras desesperan por traerte a su pequeña isla. Sirenas que te llevan a un naufragio seguro, a encallar en los arrecifes de una costa traicionera.
Voces suaves. Perfumes dulces. Mienten a cada sílaba, a cada letra. Mienten y tejen con sus mentiras un velo para cegar tu mirada. Un velo que te aleja de todo, que te quita tu propia alma, y te convierte en un esclavo de sus deseos.
Voces y perfumes.

viernes, 5 de junio de 2015

¿Tú la has visto bailar?

-¿Perfecta?
- Bueno, quita tú de aquí, suma de allá... cambia esto, cambia aquello. Al fin y al cabo, ¿quién es perfecto?
-¿Lo es su pelo?
-No lo sé, a mí me lo parece.
-¿Y sus ojos?
-Dímelo tú, yo qué sé.
-¿Su sonrisa?
-Bueno, yo diría que sí, pero ya sabes... las opiniones...
-Bueno, ¿qué tiene de bueno?
-Ay, yo qué sé. Muchas cosas, tío. ¿Acaso tú la conoces?
-No, no la conozco... a ver, dime, ¿por qué?
-Porque, en serio... ¿tú la has visto bailar?