Corres, chapoteando sobre los charcos
de lluvia que cubren el suelo del callejón. Sólo ves gatos y ratas
luchando por los restos de comida que rezuman los cubos, mientras tu
corazón se acelera, tus jadeos y el dolor de tus músculos se
vuelven tus únicas sensaciones. Lo ocupan todo mientras el aire de
la noche se hace cada vez más pesado de respirar.
El frío corta tu cara, hiela tus
pulmones, mientras la Sombra se acerca. Descubres con horror cómo te
pisa los talones, cómo nadie más que tú comprende el terror. Cómo
estás solo por muchos vagabundos que se crucen en tu camino. No
puedes evitar pensar que es culpa tuya, que la Sombra no se
abalanzaría sobre ti si no hubieras infringido las reglas. Y te
vienen a la cabeza los ojos de aquella pobre niña. De aquella alma
infantil que segaste a golpe de pistola. De tu risa malévola y de
que no te importó realmente. De que únicamente te arrepientes ahora
porque peligra tu vida.
– ¿Por qué? – te dijo.
Sólo le contestaste con una sonrisa.
Creías que era lo mejor para todos. Que el juicio de Dios era mejor
que las pruebas de la vida, y que ella merecía morir, porque morir
es una liberación. Y ahora, ante el avance implacable de la Sombra,
te das cuenta de lo que realmente se siente cuando tu vida roza su
fin.
– ¿Por qué? – seguía suplicando
la niña, entre borbotones de sangre.
Porque tu retorcida mente nunca fue
capaz de comprender el dolor ajeno. Porque no entendías el dolor ni
el miedo en sus ojos, cada vez más fríos. Ni su gesto contraído,
en una cara cada vez más pálida. En la que cada vez se veían menos
aquellas mejillas sonrosadas. Te daba igual el sudor que chorreaba
por los mechones de su pelo rubio, pegándoselos a la cara. Sólo
entendías tu propia moral. Tu extraña manera de ver la muerte como
la liberación de las almas. Y ahora, ante el avance implacable de la
Sombra, te das cuenta de que realmente la carga por todo el mal que
has hecho en tu vida no se hace sino más pesada.
– ¿Por qué? – fue su último
aliento, una voz infantil desgarrada por el dolor.
– Me lo agradecerás – le
prometiste. Pero ahora sabes que, cuando te la encuentres al otro
lado, ella se encargará de hacerte sufrir.
Hay algo terrible en disfrutar la venganza sobre una injusticia, incluso cuando es ajena :o
ResponderEliminarBreve y directo, fácil de leer.
Saludos!
creo que lo mas desesperante es saber que va a ocurrir algo terrible pero no cuándo. La espera me parece mucho peor que el suceso en sí mismo.
ResponderEliminarMuy bien logrado el clima, felicitaciones
un abrazo
Me ha faltado alguna coma para entender mejor el texto, por lo demás, me parece muy buen trabajo.
ResponderEliminarAbrazo.
¡Muy bueno! Justicia divina!
ResponderEliminarMe encantó como generaste tensión al comienzo, fue palpable.
Beso!
La venganza, sea de este o de otro mundo, jamás revivirá a las victimas.
ResponderEliminarMe recuerda a la "ley del Talión". ¡Buen trabajo!
Saludos
Una forma muy justa de vivir tus últimos momentos, perseguido por la angustia que has generado y el abuso que has cometido.
ResponderEliminarMe gustó, además breve, dos veces mejor.
Saludos!
¿A lo mejor no va a morir y solo vivirá con la sensación de culpa, terror y de que algo lo persigue o que está a punto de morir? eso si sería un castigo insoportable :c
ResponderEliminarDe cualquier manera buen relato, muy fácil de leer y corto, me gustó :)
Excelente. Un relato breve, limpio, disfrutable, libre de pretenciones. Te felicito.
ResponderEliminarDesde mi modesto punto de vista has conseguido ambientar la situación muy bien y reforzar el sentimiento de pánico con la brevedad del relato. Me ha gustado :)
ResponderEliminarEl relato me envolvió completamente y me encantó el final donde asume que deberá pagar del otro lado.
ResponderEliminarCariños!!
Catapzia.
Muy buena la idea, bien creado el clima. Quizá deberías revisar la puntuación, hay frases donde en lugar de punto estaría bien con una coma.
ResponderEliminarSaludos!!
Me encantó.... buenas descripciones, felicitaciones :)
ResponderEliminarMuy buena trama.Planteas algo que parece ser la tendencia de nuestra sociedad : La ausencia de sentimientos.
ResponderEliminarNo te había leído, pero prometes, Virgilio, prometes : Doña Ku