Noche tras noche, se encuentra mirando a las luces de ciudad y preguntándose si todo merece la pena. Si él ya es un juguete roto o queda aún algún Geppetto que lo pueda arreglar. Que pueda llegar y darle color a su mundo. Su musa está vacía, su garganta seca y llena de humo arde como mil fuegos, y las lágrimas le manchan la chaqueta. De tanto pasarse las manos por él, su pelo tiene una forma que no volverá a tener.
Sobre una hoja de papel amarilla descansan sus manos ensangrentadas. Se ha cortado hace tiempo, pero no le duele. Le duele más eso que tiene en el pecho, que le palpita y le mata. Unos lo llaman corazón. Él dice que es lo único que no quiere. Que sólo le ha traído y le traerá problemas. Que es lo que le hace llorar. No quiere amistad. No quiere amor. Ya no. Sólo son alfileres que clavar en sí mismo. Heridas nuevas que desgarran su carne.
Noche tras noche, llora.
Noche tras noche.
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