Le duelen las piernas al levantarse, como cada mañana. Sin desperezarse siquiera, legañoso, despeniado y encorvado por no ser capaz siquiera de estirarse aún, coge un bolígrafo y se sienta ante una hoja de papel.
Una hoja de papel que está blanca, y así lleva desde el principio de los tiempos. Como un rey orgulloso e impoluto que le desafía con la mirada. No puede ensuciarla. No puede someterla. No puede obligarla a nada. La ve y se horroriza. Siente temor, y no es para menos. Ese blanco impoluto parece absorberlo todo. Parece que lo borra todo de la faz de la Tierra con tal de expandirse.
Se posa una mosca sobre el papel.
Hoy las musas no están presentes.
Y cuando las musas no están, poco hay que hacer.
ResponderEliminarUn beso, cuídate^^