El dolor es la liberación de una mente atada a la realidad. Sólo a través del dolor podemos encontrar el camino a la nada, al punto cero. A olvidar todo lo que nos ata. Y volver a empezar.

domingo, 22 de marzo de 2009

¡Cuán adulto es un adulto!

Dieciséis años. Domingo. Dos y media de la madrugada. Apenas veo las teclas que pulso. Acabo de ver un monólogo de Pepe Rubianes/Paco Rubiales (anticuado, por supuesto), y un trozo de película sobre la matanza de Columbine.
He visto cómo los críticos adultos culpan a todo el que encuentran de la violencia de los jóvenes, y me ha asaltado una duda.
Soy un estudiante de poca edad y poca estatura (cómo no). Como tal, soy joven, y, lingüísticamente, el ser joven se asocia a ser inmaduro e inexperto. Veamos:
Los jóvenes, cuando tenemos problemas, echamos la culpa al exterior: se meten conmigo; mi novia/o me ha dejado; estoy depre porque me tratan mal; hay muchos examenes. Y, según el mundo, eso es EL COLMO DE LA INMADUREZ.
¿Según qué mundo? El mundo. Ese lugar regido por adultos, invariablemente: ¿quién es el presidente de los EE. UU.? Una persona mayor de dieciocho años ¿y el de España? Ídem ¿Y el de Francia? ¡Oh, no, tres cuartos de lo mismo!
Eso es porque los mayores tenemos más experiencia y somos más maduros; dirá más de un adulto.
Muy bien, señores. Entonces, explíquenme por qué psicólogos entrados en años (entre cuarenta y cincuenta), hablan en semejantes términos de la matanza de Columbine: el culpable es la música heavy; el culpable es el cine violento; ¡los videojuegos tienen la culpa!; ¡me cago en Marilyn Manson, que pervierte a nuestros niños!; ¡La puta culpa es de South Park!; etc.
Les explico, señores: Marilyn Manson no ha educado a sus hijos. Los videojuegos no lo han hecho, y las películas menos. La música ha sido una parte ínfima de su educación y, sin embargo, ustedes, los adultos, han sido los responsables de cuidarnos. Sí, sí, adultos de los de día a día, nuestros padres.
Como no me entiendo ni yo, pongamos un ejemplo: hay una habitación cerrada, y en ella una vela se sostiene en un candelabro. De pronto, el candelabro se dobla y tira la vela por los suelos. ¿De quién es la culpa?¿De la vela? No, pobrecita ¿Del candelabro? No, que soy yo (el adulto). No, señores personas adultas: la culpa es de... ¡el viento que soplaba fuera de la habitación, que hizo temblar las paredes, doblando el candelabro psicosomáticamente!
Antes de desvariar (más), quiero acabar pidiéndoles a los adultos una cosa encarecidamente: sean adultos de verdad, maduros y responsables, y acepten las culpas que tengan que aceptar. En caso contrario, ¿qué ejemplo tomaremos nosotros, los "inmaduros e inexpertos jóvenes"?

3 comentarios:

  1. Estoy seguro de que llevas razón.
    Ya nos tocará jugar a ser adultos.

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  2. Hay quien usaba la marihuana, pero yo con el alcohol me basto y me sobro. Es mi 'zumo de inspiración' :P
    Bueno, eso, Pepe Rubianes y Michael Moore.
    Y sé que llevo razón, porque soy Dios (o no)

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  3. ¡VIVA EL SÍNDROME DE PETER PAN¡

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