Necio de necesidad, iluso sin ilusión
perdido por las calles grises de ciudad
que apenas conoce, si acaso un callejón.
Una avenida iluminada, soledad.
Muñeca rota, de porcelana fina, se acerca
a la farola que baña en dorado la figura
del necio, lo ilumina, y ella, ante todo terca,
le ofrece una sonrisa blanca, pura.
Paseo tranquilo, noche a solas en el parque.
Amor de tentativas tímidas, atentas miradas
y suaves caricias. Intento de ataque
frustrado por corazón roto y almas atadas.
Ayuda de un amigo inesperado, empuje
y ánimos contra unos labios suaves
y cálidos. Pérdida en abrazo que cure
las grietas de una vida que se parte.
Y mundo patas arriba.
Y caricias hasta la madrugada.
Y un amo tanto la vida.
Y una entrega desapegada.
Un soy tuyo, eres mía.
Un soy tuya, eres mío.
Una verdad perdida
para un corazón herido.
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