Y el fin llegó. No sólo como un hecho, sino como una circunstancia. Dejé de sobresalir, me volví mediocre y me mezclé entre lo que yo había mirado con superioridad. Perdí mi personalidad y me volví uno más, incapaz de nada fuera de la media.
Lo pude soportar. Aquello que se me había antojado como el fin se volvió llevadero gracias a ti, hasta que me dijiste que amabas a otro hombre. Supe que aún me querías, lo vi en tus ojos y en tu gesto torcido, pero ya nada era lo mismo. Sin haber cambiado, todo era otra cosa. Fue entonces cuando se derrumbó la última de las maldades de la caja de Pandora. Desapareció al fin la esperanza.
Pasó el tiempo y busqué un nuevo sentido a mi existencia, mas todos mis intentos fueron vanos. Me debilité y volví a mi cueva, abatido, donde , al fin, el sonido de un disparo confirmó lo que yo ya sabía.
El fin había llegado.
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