Hay flores que nacen en la esquina de mis paredes. Flores negras que trepan junto a la chimenea, pegadas al ladrillo. Flores que se abalanzan sobre mi cuerpo desnudo en el sofá.
Tocan en el sofá una serenata sobre mercenarios. Somos soldados unidos a la frontera. Somos soldados que deben huir, que no morirán por ninguna bandera, si no por una buena paga. Por la bandera verde. Por el vil metal. Por el que se tiran por tierra valores y personas.
Que caen jóvenes día tras día, llenos de plomo, en el suelo de una tierra a la que no pusieron nombre.
Que caen viudas a cada noche, llenas de pena, sobre las baldosas de una cocina que nadie bautizó.
Que caen niños a cada hora, vacíos de comida, en el suelo de un país del que no recordamos nombre.
Que caen lágrimas a cada minuto, llenas de sal, sobre mejillas de personas que nadie deseó.
Bajo la bandera del verde dólar. Del peso mexicano. Somos soldados de fortuna.
"La literatura no puede reflejar todo lo negro de la vida. La razón principal es que la literatura escoge y la vida no" - Pío Baroja
El dolor es la liberación de una mente atada a la realidad. Sólo a través del dolor podemos encontrar el camino a la nada, al punto cero. A olvidar todo lo que nos ata. Y volver a empezar.
jueves, 30 de julio de 2015
jueves, 23 de julio de 2015
Cortinas de humo
Vendió cortinas de un humo que no era tal.
Descubrió tarde, muy tarde, demasiado tarde,
que en este mundo, de siempre da igual
qué hagas, qué desvío uses para perderte.
Y quiso tomar ese camino, lleno de señales,
de pruebas, una y un millón, de que allí
no había nada, ni caricias, ni rosales.
Pruebas de la vida triste que no debió pedir.
Murió así un pedacito de su alma,
en el pozo de cenizas junto a su cama.
Descubrió tarde, muy tarde, demasiado tarde,
que en este mundo, de siempre da igual
qué hagas, qué desvío uses para perderte.
Y quiso tomar ese camino, lleno de señales,
de pruebas, una y un millón, de que allí
no había nada, ni caricias, ni rosales.
Pruebas de la vida triste que no debió pedir.
Murió así un pedacito de su alma,
en el pozo de cenizas junto a su cama.
Nada
Dijo aquél que por mucho que hagas, mucho más quedará por hacer. Que da igual lo que sepas: siempre sabrás nada.
Una absoluta y denigrante nada. Y, después de eso, ¿qué queda? ¿Un ser? ¿Un algo? ¿Una mujer? No queda nada, amigo. No queda ni tan siquiera el rastro de un conocido. Ni tan siquiera el rastro de un colega, un ligue, un número de teléfono, los restos de unos neumáticos o el dolor de una viuda.
No queda nada, lo mires por donde lo mires. Y lo peor es que debemos sonreír.
Sonreír a la nada.
Sonreír al vacío.
Una absoluta y denigrante nada. Y, después de eso, ¿qué queda? ¿Un ser? ¿Un algo? ¿Una mujer? No queda nada, amigo. No queda ni tan siquiera el rastro de un conocido. Ni tan siquiera el rastro de un colega, un ligue, un número de teléfono, los restos de unos neumáticos o el dolor de una viuda.
No queda nada, lo mires por donde lo mires. Y lo peor es que debemos sonreír.
Sonreír a la nada.
Sonreír al vacío.
martes, 14 de julio de 2015
El miedo, el terror y el recuerdo
- ¿Y quién es este ser que me visita en la oscuridad, al borde de mi deshecha cama? ¿Quién es este ente que se recorta bajo la luz de la luna llena que se cuela por mi ventana?
- Soy el miedo. El terror. El recuerdo.
- ¿Quién eres? ¿Por qué me miras así? ¿Por qué me interrogas con tus ojos, y me haces sentir pequeño, abandonado, perdido en un mar de memorias turbias y dolorosas?
- Soy el miedo. El terror. El recuerdo.
- Aléjate. Vete de mi habitación. Huye de aquí. Vete, antes de que llegue el sol. Ve, antes de que pueda olvidarte con el nacer de un nuevo día. Déjame solo.
- Soy el miedo. El terror. El recuerdo.
- Por favor, te lo suplico, déjame solo. Déjame vivir. Déjame volver al presente, mirar al futuro. Déjame abandonar el pasado tras las huellas de mis propias pisadas. Déjame vivir lejos de lo que he hecho. Déjame vivir lejos de cuanto me arrepiento.
- Soy el miedo. El terror. El recuerdo.
- ¿Me dejarás ser feliz? ¿Podré dejar de temer? ¿Dejar de recordar?
- Soy el miedo. El terror. El recuerdo.
- Eres el miedo, el terror y el recuerdo.
- Soy el miedo. El terror. El recuerdo.
- ¿Quién eres? ¿Por qué me miras así? ¿Por qué me interrogas con tus ojos, y me haces sentir pequeño, abandonado, perdido en un mar de memorias turbias y dolorosas?
- Soy el miedo. El terror. El recuerdo.
- Aléjate. Vete de mi habitación. Huye de aquí. Vete, antes de que llegue el sol. Ve, antes de que pueda olvidarte con el nacer de un nuevo día. Déjame solo.
- Soy el miedo. El terror. El recuerdo.
- Por favor, te lo suplico, déjame solo. Déjame vivir. Déjame volver al presente, mirar al futuro. Déjame abandonar el pasado tras las huellas de mis propias pisadas. Déjame vivir lejos de lo que he hecho. Déjame vivir lejos de cuanto me arrepiento.
- Soy el miedo. El terror. El recuerdo.
- ¿Me dejarás ser feliz? ¿Podré dejar de temer? ¿Dejar de recordar?
- Soy el miedo. El terror. El recuerdo.
- Eres el miedo, el terror y el recuerdo.
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