El dolor es la liberación de una mente atada a la realidad. Sólo a través del dolor podemos encontrar el camino a la nada, al punto cero. A olvidar todo lo que nos ata. Y volver a empezar.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Mi habitación

Hipnotizado por la droga, observo mi habitación. Me sumerjo en un mar de ojos que me miran burlones. Parpadean cuando me muevo, y me tumbo. Las paredes, de mil tonos de amarillo, tiemblan despacio. Y sus tonos se confunden al deslizarse sobre mis ojos. Los ojos que lloran lágrimas frías. Me tumbo y veo en el suelo bocas que ríen alto, como a carcajadas. Pero no oigo nada. Mi perro dejó de ladrar. La puerta sangra por sus heridas, como garras de tigres que le han arrancado la vida y dejan que las sobras resbalen por su piel, relamiéndose las zarpas con un ronroneo. En mis zapatillas hay cuadrículas que bailan al ritmo de la música, y todos los pétalos del mundo hacen brotar flores verdes y amarillas, en las que lloran niños y niñas desamparados; los huérfanos del tiempo y de Dios que fueron dejados en un tronco a la deriva. Y mis letras son filas de hormigas que marchan contra un volcán para apagar su fuego, ese que viene desde las entrañas de Dios, donde llora un Buda y Ganesha pierde sus brazos. Donde Hércules pierde su fuerza. Donde el Dharma es mentira y los ojos de Horus son ciegos. Donde Eva y yo paseamos entre las flores de un Edén perdido.